Los hemos visto surgir como la hierba en distintas ciudades del mundo, y resultan prácticos como una buena forma de cubrir tramos cortos dentro del radio urbano. Se trata de los scooters eléctricos, que ya sean de arriendo o particulares, surcan las calles entre el congestionado tráfico y hacen más ágil el transporte unipersonal.
Sin embargo, eso no quiere decir que sea una solución perfecta. Un nuevo estudio ha probado una correlación entre el aumento de estos vehículos en las calles, accidentes y las graves lesiones que sus conductores sufren por choques, caídas o atropellos. La investigación ha demostrado que este medio de transporte es más peligroso que las bicicletas, autos e incluso motos.
Este estudio revela que las lesiones más comunes en accidentes de scooter son heridas craneofaciales, articulaciones dislocadas y fracturas en general. Estas lesiones requieren de un tratamiento intensivo en unidades de emergencia, así como cirugías, y son potencialmente de mayor gravedad que las provocadas por otros medios de transporte incluso a menor velocidad.
Con una incidencia de 115 por cada 1.000.000 de viajes, la tasa de accidentes graves en scooters eléctricos podría parecer pequeña. Sin embargo, comparado con otros modos de transporte, veremos que en autos esta tasa llega apenas a 8 por cada millón, mientras que las bicicletas reportan 15 por cada millón.
El medio de transporte más cercano en esta nefasta estadística es la moto, que llega a 104 accidentes graves por cada millón de desplazamientos. Esto pone al patinete en el primer lugar entre los medios de transporte cuyos accidentes resultan en serias lesiones para sus conductores.
“Hay millones de personas usando estos scooters ahora, así que es más importante que nunca entender su impacto en la salud pública,” aseguró la doctora Joann Elmore, profesora de medicina en la Universidad de California.
La regulación de los scooters, un nuevo desafío urbano
En esta estadística también hay un factor regulatorio y de fiscalización muy importante, el que redunda en las lesiones resultantes. Diversas ciudades han comenzado a aplicar fuertes regulaciones a estos vehículos, limitando su velocidad máxima y restringiendo a sus conductores con medidas similares a las exigibles a un usuario de motos o autos. Aún así, no parece ser suficiente.
En primera instancia se comprobó que sólo el 4% de todos los usuarios accidentados usaba casco al momento de su incidente, el 33% del total tuvo que ser trasladado a servicios de urgencia en ambulancia, el 40% de ellos sufrió un Traumatismo Encefalocraneano, 32% sufrió fracturas en diversos huesos de su cuerpo, y el 28% resultó con cortes, heridas de roce y golpes más leves.
La propia fragilidad y delicada estabilidad de estos vehículos, así como la nula capacidad de señalizar por parte del conductor, hace a sus conductores – que en la mayoría de los casos no está equipado acorde al riesgo de su traslado – particularmente vulnerables en caso de accidente.
Tanto la modificación de modelos básicos para alcanzar más velocidad, sin que cuenten con frenos aptos para ello ni medidas de seguridad suficientes, así como el surgimiento de modelos de scooters de alto rendimiento que superan las velocidades permitidas – absolutamente fuera de la ley, si es que la hay en la ciudad donde son usados – sólo ha hecho aún más complejo el panorama tanto para otros usuarios de ciclos, como para peatones y los propios conductores de estos vehículos.
La doctora Elmore hace énfasis en la falta de regulación para el manejo de estos vehículos por las calles. “Los patinetes son fácilmente accesibles por la abundancia de servicios de renta y la ausencia de regulación adecuada, sobre todo en materia de seguridad. Todo ello sugiere que las ciudades van a seguir registrando un aumento constante de heridos por accidentes de scooter en los próximos años”, concluyó.
¿Es momento de regular el uso de estos vehículos – y a sus conductores – más firmemente? Quizás el beneficio inmediato que trae nos nubla frente al problema urbano que plantean, como muchas otras cosas en la industria tecnológica.